martes, 11 de diciembre de 2012

9

Aquí está la verdadera lucha. El haber descubierto qué sucede no sirve ahora. No ha sido solo una máscara o un rol que he llevado a cabo, ni siquiera me justifico con que esa máscara formaba parte de mí, ni con que por eso me es tan complicado. Es mi forma de amar, la sumisión es mi forma de amar. No concibo el amor sin sumisión, no sé tratarlo. Sé que está, y me obligo, pero me doblego otra vez. ¿Cómo abandonar a tu rey? No es lo mismo que otras veces, no. No es lo mismo que abandonar al que crees amor de tu vida, a pesar de quererle, cuando has descubierto que no lo es, o que el amor de tu vida no existe. Es tener que abandonarte a ti mismo. Abandonar al que has hecho tu amo es abandonar voluntariamente tu semi-voluntaria esclavitud, que era tu modo de vida, o sea, tú. No es justo. Yo nunca elegí que mi vida se crease al servicio de los demás. Nunca elegí que mi placer lo hallaría en el que causara en los demás. Nunca elegí que me amaría cuando me viera amada por los demás. Nunca elegí que convencerte a ti fuera convencerme a mí. Yo no soy de fácil convicción, por eso es lo más duro; ahora sí elijo convencerme a mí. Sin ti, mi amor, será algo que, hasta que no suceda, habrá sido inalcanzable, inconcebible, siquiera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario