miércoles, 19 de diciembre de 2012

18

Se tambalea, el mundo. Se tambalea. Carezco de valor, de una fuerza que sea suficiente para hacerme dejar de temblar. Hoy no quiero luchar, tengo ganas de rendirme. Pero ahora ya no tengo donde caer, abandoné tu nido. Sabía que llegaría, pero ha sido demasiado pronto. ¿Se puede tener la sensación de que el dolor llega a su hora? ¿Cuál es su hora? El dolor nunca llega puntual, es más rígido e intransigente que nada y que nadie, se adelanta para no hacer esperar. No me parece desconsiderado por su parte, pero, por desgracia nuestra, nunca puede ser bienvenido. ¿Se puede decir que el dolor es benevolente? Viene a decirnos que algo va mal. Pero vienes a deshora, de nuevo, viejo amigo, porque ya me despedí del mal. ¿Por qué vienes a visitarme, pues, desdichado? ¿Tú también buscas compañía? Tú también te condenas a la soledad, parece que la vida nos impulsa a compartir una parte del camino. Pero no harás tarde a tu siguiente cita, no te permitas acomodarte en mi compañía, ya que yo me compadezco de ti, pero no te he invitado.

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