lunes, 17 de diciembre de 2012

15

Nada se tambalea mientras ando, todo está firme. Es cierto que no tengo tiempo ni de pensar, así no puedo producir vibración alguna, pero me complace; todo está firme, mientras ando, distraída. Ahora bien, si sopla el viento y me trae tu aroma, este se filtra entre las capas de mi piel, penetra en los huesos y empiezan a tiritar. Todo está firme, en esos momentos, menos yo. Como un virus reproduciéndose, tu olor y tu tacto entretejen sensaciones en la materia de mi cuerpo, esparcen imágenes, música, sabores dulces y amargos, olores, sonidos de caricias (el frotar de las pieles)... Vibro, me enciendo, me elevo, me quiero esparcir como lo hace tu recuerdo en mi cuerpo, pero el sensualismo no me da alas.
Sé que cuando el virus me posea temblaré y veré tambalearse todo a mi alrededor. Me marearé, me desorientaré, me perderé. Tú también temblarás en mí, y a ti, aunque estés dentro, tampoco podré encontrarte.

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