domingo, 16 de diciembre de 2012

14

Hoy, casualmente, he terminado en un bar donde la gente está viendo el fútbol. Al verme sola, en una mesa, estudiando, no he podido evitar, de nuevo, echarte de menos. Ahora, cualquier otro día de fútbol como hoy, estaría contigo y tus amigos, haciendo algo que ni me viene ni me va, con tal de estar contigo, feliz. Sintiendo esa felicidad pasajera a la que he renunciado por no ser eterna. Al menos, esta vez tengo ganas de irme a casa, de cenar bien, de acostarme pronto y a gusto y, lo más importante, me hace feliz visualizar que me levantaré pronto, mañana, para ir a clase; tengo ganas. Ahora, en ese cualquier otro día de fútbol como hoy, no habría pensado en nada más que en tu sonrisa, tus besos y tu polla; al volver a casa, habríamos cenado cualquier cosa y sin hambre, porque no habría tenido otra fijación que tu sonrisa, tus besos y tu polla; y, más tarde, nos habríamos acostado, tarde, sin ganas, con ganas de seguir en tu sonrisa, tus besos y tu polla. Al despertar, mañana, habría seguido obsesionada con tu sonrisa, tus besos y tu polla, y me habría quedado contigo, intentando eternizar lo, por definición, pasajero, o habría ido a disgusto (a mucho) a clase. Luego, habría aguantado todos los días de clase con mucha pereza, y habría estado ocupando mi cabeza con tu sonrisa, tus besos y tu polla, para esperanzarme y darme energía. Hoy estoy aquí y te echo de menos, pero al menos mañana viviré con ganas, sin ir esperando nada eterno. No hay sonrisas como la tuya en este bar. Tampoco me apetece encontrar ninguna. Te echaré mucho tiempo de menos, mi amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario