martes, 18 de diciembre de 2012

17

En un punto concreto de la corteza de este planeta hay una chica. En medio de la calle, de noche, hay una chica sola, llorando sin consuelo. Hay una chica sola gimiendo de pena por la impotencia de verse infinitamente sola, no en esa calle, no solo esa noche. Se estremece de rabia; grita, patalea, gruñe. Maldice el mundo en el que está, maldice a toda la gente que no puede comprenderla, maldice la soledad. Se condena por aguantar la mierda que le suelta siempre el marido de su madre; se condena por no haberla aguantado esta vez. Rabia por tener benevolencia en un mundo en el que pocas personas podrían presumir de poseerla. Rabia porque a pesar de comprender siempre todos, o al menos de intentarlo, cuando ella lo necesita nadie intenta comprenderla. Rabia porque las personas por las que más aguanta son seres sin corazón. Está herida, muy herida. Hoy está sensible. Ha pasado un chico por la calle y la ha mirado como se mira a un desequilibrado mental. ¿Es una desequilibrada mental? ¿Quién puede juzgarlo? Él no la entiende. El marido de su madre no la entiende. Su madre no ha intervenido. Nadie la entiende. Hoy está muy sensible, se cree loca, como lo ha creído el desconocido que pasaba. El diálogo mental hoy no funciona, para eso hace falta voluntad, hoy es cuarto creciente. No tiene consuelo. Llora, porque mientras ella intenta comprender y respetar a todo el mundo, no le afecta nada, nada le cala tan hondo; pero si esta débil, agotada física y mentalmente, no tiene la voluntad de tolerar lo que le parece inadmisible solamente por su madre, ni tampoco la tiene para soportar el dolor que le causa faltar a sus principios. Hoy, antes de estallar, la he arañado el gato; le ha hecho una herida profunda. Llora porque nadie ha sabido respetar que está sensible, que está de exámenes. Rabia porque nadie es capaz de ceder por ella. Llora porque nadie tiene su sensibilidad. Rabia porque el ser insensible, nada razonador, machista, ignorante, consumista, capitalista, creído y soberbio que vive en su casa y que dice quererla, no tiene capacidad alguna para ser un ser con corazón. Rabia porque ella se esfuerza siempre en toleralo por su madre. Rabia y llora y gime y gruñe, porque a pesar de tener la voluntad de procurar siempre la benevolencia, siente que no tiene derecho hoy de rabiar y llorar y gemir y gruñir. Rabia porque no tiene la voluntad de convencerse de que está en todo su derecho. Rabia porque se siente impotente. Rabia porque aquella persona insolente cuyo comportamiento ella se esfuerza en tolerar, la anula, siempre. Llora porque se esfuerza en comprender a los demás y nadie la comprende hoy a ella... Está sola en ese punto concreto de la corteza de este planeta, en el que viven seres sin corazón, que tienen la fuerza y el coraje de destrozar a su madre tierra, de anular su voluntad y de partir su corazón.

1 comentario:

  1. Quizás sola en ese punto en concreto, pero no estas sola en todo el mundo. Hay más personas que se sienten como motas de polvo en este planeta pasado de moda en la órbita de un frio e indiferente sol. Pero esas personas están para apoyarse, siempre que lo necesiten.

    No lo olvides, nunca lo olvides, aunque sea magro consuelo

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