domingo, 9 de diciembre de 2012

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La sensación es de vértigo. Vértigo ante el acantilado de estar sin ti. Es pensar en ti y que mi corazón vuelva a dividirse en dos: la parte que te necesita, que tiembla como un heroinómano esperando su próximo chute, y la parte que quiere quitarse del vicio. Es el quiste, el quiste te necesita. Eres lo que quema mi herida: la curas a la vez que la haces mayor. Como lo es cualquier droga, eres el motivo y la cura de mi ansiedad. Se desdobla mi corazón cuando sé que para dejarte antes debo exponerme a ti, como el drogadicto debe coger su droga y tirarla, regalarla, alejarla de él, pero cuando la tiene en la mano, el pensamiento "qué tontería, si me lo da todo" llega a convencerle. Aún así, no se echa atrás. No he probado muchas drogas, y las que he probado no han causado todo eso en mí, así que supongo que no es un buen ejemplo. Ninguna droga ha llegado a desdoblarme. A lo mejor solo es comparable a la heroína, ya que mi vicio es físico, como la adicción a la heroína. Soy adicta a ti.

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