lunes, 31 de agosto de 2020

La herida original

Luna llena,

compañera del vacío sin principio ni fin,

único adorno

en estas noches

de soledad primigenia.


Recuerdo redundante de la ciclicidad constitutiva.

¿Fue el primer desamparo realmente el primero?

Y los que vuelven, ¿son aquel?

Son nuevos

y el mismo.

Pequeños recordatorios

con otro aspecto

de la herida original. 

Nuevas infecciones

que escuecen

con un veneno antiguo.


Tanta luz, Luna llena

y tan nublada mi visión.


Así como todo se repite,

todo se unifica

¿Cómo distinguir siquiera

la herida del dolor?


Solo tú eres

esbozo de consuelo,

única constante bella,

en estas noches

en la herida original. 


viernes, 7 de agosto de 2020

Esta semilla siempre brota

Siempre vuelvo a la herida, es como el pecado original. La herida del abandono. Es una condena. He mejorado una barbaridad, y estoy agradecida por ello. Pero esta herida ahora no me permite ver ni eso. Es el problema de esta herida, lo abarca todo. Empieza en el corazón, se cuela en la sangre y en 10 segundos no siento otra cosa que abandono. Tristeza. Soledad. Escapa a la razón o a las razones. Escapa a las obviedades. Escapa a lo que me hace feliz, que son muchas cosas. No entiendo cómo puede tener tanta presencia.  ¿Por qué no deja espacio para nada más, cuando sale?

Pasada la crisis existencial heavy del encierro, conseguí estar super bien sola, después de haber tomado la decisión de cerrar la puerta a los hombres, dejarla muy ajustada, y centrarme en mi proyecto creativo. No sé cómo pasó pero entonces tuvo que llegar Alejandro y abrirla. Y yo feliz. He sido muy feliz gran parte del tiempo. Estoy extraordinariamente contenta de poder entrar un poco en su corazón. Es que escribo esto y lloro. No sé por qué me emociona tanto. No lo sé. Ha sido un deseo mío durante años. Me parece una persona muy bonita, con mucha sensibilidad, muy creativa e inteligente. No sé, me encantó la poca intimidad que compartimos cuando éramos más jóvenes. Me quedé prendada. No sé qué es lo que siento. Mucha conexión. Mucha intención suya de conectar profundamente. Un sentimiento intenso de compartir intimidad, de compartir. Que es algo que yo también siento mucho. Creo que claramente eso nos unió al principio, y nos hizo ir muy deprisa, querer vernos mucho. Era muy pasional por parte de los dos. Pero llegados a un punto, él se ausentaba más, ya no quería quedar tanto, yo empecé a pedir más, se incomodó y lo dejamos. Recuerdo que me dolió mucho. Recuerdo que me dolió que empezara a darme largas en lugar de decírmelo claro. Pero conseguimos hablarlo todo bien y quedar bien.

Siento mucho amor por él, y mucha atracción. Y me pregunto cuánto de todo este sentimiento es puro y desinteresado, es mi admiración hacia él, mi amor por su ser, por su mágica existencia, y cuánto de esto es este problema comunicativo y de bloquear sus emociones.

Es una obviedad que hasta ahora he tenido una gran tendencia a ir detrás de hombres ausentes. Carentes de empatía o con dificultades para gestionar sus emociones y la comunicación. Me atrae que parezcan estar lejos, que tenga que alcanzarlos. Es un martirio, una fuente de sufrimiento asegurado. Todo se debe a los hombres de mi infancia, mi padre y Marc. Y lo sé. Pero saberlo no termina con esto. Nada termina con esto. Es resistente. Parece mentira. Todo pasa en esta vida, pero esto no termina de pasar nunca.

Yo llego a estar muy bien. Cuando estoy ovulando, cuando conecto con gente, cuando hago muchas cosas, cuando se alinean los astros. He llegado a estar muy bien con Alejandro estos días, mejor que nunca con otras relaciones con hombres. He compartido intimidad muy a gusto, música, tiempo, ralladas. Y que él se suela ausentar, no me altera demasiado la mayor parte del tiempo. Pero cuando estoy premenstrual, que sale todo el dolor de mi vida, mis emociones estancadas, mi  sentimiento de abandono, no puedo. Me siento muy abandonada, y no porque lo haga, porque no lo hace, está por mí, me mima como sabe, es un amor. Pero no es suficiente para mi cuando estoy así. Cuando estoy así solo quiero conexión emocional. Quiero que escuche a mi niña interior y la sienta. La sienta entera. Y le dé cobijo como no le dieron en su momento. Y todo esto es algo completamente incontrolable. La Carla adulta se queda en el banquillo, y la Carla de 6 años lleva el control. Y no acepta que la ignoren, que no la entiendan, que se ausenten y no la escuchen. Que no la sientan al 100%. Pero pocas personas pueden sentirla al 100%. La mayoría de la gente no empatiza al 100%, no pueden. Cuando la Carla peque toma el control, no puedo estar con casi nadie, solo con las 4 personas que conectan conmigo a nivel profundo, que saben escuchar y entienden bien. Que la sienten, que la cuidan, la distraen y la miman. Alejandro no es una de ellas. Y, ¿puede ser mi amante si no es así?

Pues me gustaría que así fuera.  Pero  cuando estoy así valoro más eso que nada. Profundizar más que nada. Es lo que alivia mi corazón. Profundizar con alguien que profundice conmigo. Compartir profundidad. ¿Tengo siempre esta necesidad? No, a veces ni me apetece, estoy más en superficie. Entonces, puedo simplemente no contar con Alejandro para esto. Hay una resistencia en mí a esa idea. Una voz que dice como “los amigos están para lo bueno y para lo malo”. Y así es, pero quizás no todos. Desde luego, no todos. Hay colegas. Hay amigos para ciertas intimidades, y amigos para otras. Quizás es hora de aceptar que Alejandro, tal y como son las cosas ahora, no es una amistad para este tipo de intimidad. Lo es para la otra. Y hay una voz-resistencia que dice “eso es despreciarlo, es solo tomarlo por una cosa y abandonarlo por lo demás”. Pero realmente yo no lo abandono para nada, estoy más que segura de que se siente bien cuidado por mi. Si no, puede decírmelo. La cuestión es que si yo no me siento satisfecha con su compañía cuando yo estoy mal, puedo elegir no pasar ese tiempo con él. Pasar otros. Hay otra resistencia: que en mi ideal mental, quiero una relación con la que compartir todas las intimidades. Y a medida que escribo esto estoy segura de que no existe. Además, este ideal sería más comprensible esperarlo de una pareja (que ese es otro problema, que me gustaría tener pareja), pero si no quiero que sea mi pareja, no puedo esperar satisfacer todas mis necesidades con él.

Supongo que tengo que hacer un trabajo mental muy grande, y emocional de cuidar a la niña yo sola. Si estoy desesperada porque la cuide alguien más conmigo, buscar a quien pueda cuidarla, ir a ver a otrxs amigxs, no justamente al que eso no me lo puede dar.

La fuente de mi dolor es querer lo que no puedo tener. La resistencia a aceptar esta verdad y a querer cambiar esta realidad, toda la fuente de mi angustia. ¿Que me da infinita pena que Alejandro no pueda hacerme de padre? Por supuesto. Puedo llorar por eso todo lo que quiera. Porque él no me va a hacer de padre, porque mi padre no lo hizo, por todos los hombres que no lo han hecho ni lo harán. Mi niña interior necesita llorar todo ese sentimiento. Hay otra voz-resistencia que me dice “tampoco es plan de que te condenes a pasar esto sola, parece una condena”, cuando me digo algo en plan “pues cuando este mal, me encierro y me quedo sola llorándolo todo”. Tengo que cambiar el enfoque, porque solo le falta a mi niña interior herida que la castiguen por sentirse así (cosa que hacían). Quiero verlo como un juego. Cuando la niña tome el control, me recordaré que el espacio que le de a ella es mágico y sagrado. Es alquimia porque encontraré un hueco, a pesar de ser una adulta mal-educada por el mundo, encontraré el hueco que no le dieron en el pasado para sanar.  Haré un puente entre pasado y presente. En este espacio jugaré con mi niña, escucharé lo que necesita, lloraré lo que siente, y haré lo que le apetezca. Menos ir con Alejandro, porque es una ficción para esta niña. Una ficción con la que cree escapar del sufrimiento. Pero no sirve.

No sé si seré capaz de llevar esto a cabo, pero lo voy a intentar. Separar intimidades así, con la tendencia que tengo a buscar la comunión… el anhelo de una vida! No me recuerdo viva sin tener este anhelo. Soy una romántica empedernida. Pero la conexión comunicativa es el mayor éxtasis. Mayor que el sexual, por mucho que me encante.

Si sigo con Alejandro, tengo que aceptar que esto con él no va a poder ser. Tengo que saber desde ya que lo que voy a compartir es otra cosa. Algo más liviano. Y no sé si es lo que quiero, pero lo voy a averiguar poco a poco.

Voy a compartir menos, voy a compartir un poco. A pasar el rato. No es feo, es algo más. Se puede pasar el rato con amor y respeto. Es exactamente lo que el hace conmigo.

¿Es lo que quiero? Me gustaría quererlo. Me distraería. Haría cosas. Tendría sexo, buen sexo con amor. Eso es lo que puedo esperar, no más.

Ahora a ver si quiero.