sábado, 13 de diciembre de 2014

48

Qué bello eras, malnacido. Ahora lo eres lejos de mí, por eso digo que lo eras, porque aquí ya no existes. No te pedía nada, no quería nada de ti, me bastaba con contemplar tu belleza. Quizás te parezca alucinatorio, pero uno puede deshacerse de amor por la belleza, yo soy una prueba de ello. Eran bellos tus gestos hasta que uno de ellos ha sido abandonarme. ¡Qué exagerada es Carla! ¡Llora por ver algo hermoso! ¡Habla de amor! ¡Se siente abandonada! Nada de esto significa que me importes más que otro ser vivo, o más de lo que me importo a mí misma. Simplemente siento y le pongo nombre a las cosas. Pongo nombres y mantengo conversaciones necesarias sobre cosas que nadie quiere mencionar, quizás. Por eso me has abandonado; por desaparecer como un perro cuando solo necesitaba hablar; me has abandonado como amigo. Creía que éramos amigos, lo parecía. Creo que tú también lo creías. Algo te ha superado, te has cagado, has decidido que no vale la pena, y me has abandonado. Y yo hoy veo una foto y siento nostalgia de tu belleza. Yo creo que es una ventaja que mis sentimientos sean tan grandes y tan vulgares al mismo tiempo; se puede ser el objeto de mi amor y disfrutar de la belleza de tal pasión sin miedo a ser consumido desenfrenadamente. Y yo cada día puedo sentir la grandeza de un todo en un efímero instante. ¿Cómo no creer en la magia? Siento lástima por perder tu belleza y porque tú y otros como tú os perdáis la grandeza de su contemplación.

sábado, 6 de diciembre de 2014

47


¿Hace falta mencionar lo que nos quedaba por vivir? A ti, cerca pero lejos de mí, imaginando que no existe otro sol que el que ven tus ojos. A mí, cerca del sol de tus ojos, imaginando lo lejos que queda de mí. La lluvia se escondía de tus pupilas; se marchitaba la vida envuelta en el tacto de tus dedos, mientras yo imaginaba corridos todos los velos que quedaban por existir. Nos mentíamos cuando pensábamos que algo era como creíamos ver. Nos engañábamos: tú, sintiendo que la vida se escapaba en mis sonrisas fingidas; yo, sintiendo que podías amar como creo que es amar. El cielo no se desvanecía esa noche, ni iba a hacerlo las siguientes; nuestro miedo era capaz de paralizar su desenvoltura. Agarrábamos las alas de nuestras almas con todo nuestro amor, pensando que el amor podía agarrar alguna ala de algún algo. Ilusos, creyendo ser vividores, disfrutamos de saciar nuestra sed cuando la condenábamos al fondo de nuestros seres, a perecer. La abandonábamos al abismo, creyendo que la saciábamos, y legítimamente; convencidos. Tiraste las toallas de mi higiene interior, y yo sacudí las sabanas de tu cuarto íntimo. Destrocé tu intimidad y tú enojaste la lujuria de mi amor. Prendimos las velas de una alcoba vacía, pues no nos atrevimos a entrar. Calentamos un lecho desde el abismo de nuestro abandono, por sentir su calidez; por actualizar su recuerdo. Sentimos la vida y el amor pasar, pero no por nosotros. Quisimos que hubiera luz ahí fuera, pero no en nosotros. Saludamos al sol desde lejos, conformándonos con su cordura, abandonando la locura a la muerte, creyéndonos que así no nos alcanzaría; y de este modo nos hallamos locos, sin esperanza.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Podrías haber permanecido cerca de mí,
yo te hubiese amado
de verdad,
que es la única forma.

Te hubiese abrazado hasta quitarte el miedo,
hasta hacerte notar que no te escapas por donde das,
que no te evaporas.

Podrías haberme amado,
como a todo, como a nada,
como a nadie tan especial ni tan amable,
como podrías haberte amado.

Podrías haberte amado,
escuchado, atendido;
podrías haberte ilusionado
con la magia de mi risa,
al reconocer tu misma alegría en ella.

Podrías haber sabido
que el amor no es nada
de lo que puedas huir
porque lo es todo.

Podrías saber que lo sabes, 
si supieras saber amarte.