viernes, 30 de noviembre de 2012

1

Cuando pierdes tu cauce y la vida sigue, el primer momento del impacto de tu lava ardiente contra ti-tu cerco es muy doloroso. Eso siempre. Pero si vas buscando cauces artificiales, cauces que elijes y mantienes solo por la necesidad del vuelco, siendo consciente de esa necesidad, cuando los pierdes ya no duele quedarte sin tu querido cauce, lo que escuece es el impacto de tu fuego contra ti y la inevitable impresión de decadencia que tu ego escupe sobre ti mismo. Duele quitarte la venda que tú mismo te habías puesto y tener que afrontar lo que ya sabías que había detrás. Duele que, sabiendo que ocurriría, la aplastante realidad que habías ido esquivando conscientemente finalmente te ha alcanzado. Y con todo, se triplica el dolor que ya sentías mientras esquivabas la realidad e intuías con fe el futuro, cuando lo sumas al escozor de haber elegido este modus operandi, sin saber si querías elegirlo, sin saber si lo habías elegido. Intuyendo sin saber, sin saber, sin saber.

martes, 27 de noviembre de 2012

Sobre lo que no es amor

No nos amamos. Esto no es amor y, sin embargo, tacharía esta misma frase, porque es la mayor sensación que se puede vivir. Esto no es amor porque ya no te deseo lo mejor, porque ya hay alguna parte de mí que te desea la vil venganza con la que castigo a los que no me dan lo que quiero (nunca obtengo lo que quiero, también me vengo de mí misma): el abandono. Justamente por eso no te abandono, porque esa ha sido siempre mi venganza, y, aunque una parte de mí quiera castigarte, la otra te comprende eternamente (siempre, siempre lo hará). Me fuerzo, es por orgullo. Mi ego me obliga a ser mejor que nadie. La gente odia, condena, castiga, desprecia, yo no puedo ni debo. Parece que yo debo ser Dios. Puede que si fuera capaz de creer en algo como verdadero o como bien, creería en algo como mal, pero no lo creo. Entonces hay cosas que me duelen, pero no creo que esten mal. Si no tengo fe en que eso es condenable, no las puedo condenar más que en situaciones límite, y es en estas cuando abandono y castigo a los que no me dan lo que quiero. Esta vez algo de mis entrañas se ha cansado de todo. Se ha cansado de castigar una vez ha llegado al límite y se ha cansado de jugar a ser Dios. No te quiero dejar. Voy a ser mala o buena por primera vez. No se si mala o buena. Buena para mí, mala para ti. Mala para ambos, buena para alguna parte de mí. Veo, a menudo, tu yo odiante en tus ojos cuando me sabes en inexclusividad. Siento tu fuerte rechazo como una patada en el estomago, como un tortazo en la cara. Siento culpabilidad, por mí te alejas. ¿Qué querrás de mí? No lo sabes ni tú. ¿Yo qué quiero de ti? Tu compañía, tu polla, tu sonrisa, mi yo en tí. Mi yo (tuyo) perfecto en tus pupilas. Por eso me asusta mi yo (tuyo) odiado, al que repudias y maltratas, porque desaparece la perfección que yo también saboreo cuando me miras queriéndome. Esto no es amor porque solo me quieres a ratos. Me quieres entre tus brazos. Quieres mi yo (tuyo) de tus ojos. Si en tus ojos me mancho ya no me quieres. Esto no es amor y sin embargo solo ese yo (tuyo) tiene cabida en tus ojos. Soy el cauce de tu necesidad del vuelco de la pasión, querido mío. Tú también eres mi cauce, pero yo soy incapaz de hacerte el daño que tú me haces. Está bien, sé que esto no es amor y no te abandono, pero no hay nada, nada de lo que hagas o dejes de hacer que me lleve a herirte, a querer castigarte. Esta vez no. Por todo, esto ya no es amor, ya no busco tu bien ni tu el mío, y a demás tú, a menudo, buscas mi mal.
¿Por qué esto no es amor? Nadie me ha tratado ni tan bien ni tan mal...