lunes, 20 de mayo de 2013

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No puedes pretender que el todo no haya dejado nada, ni un resquicio de su paso por mi alma. Sería maravilloso que así fuera, pero fuiste mi sepulcro, y tu recuerdo todavía pesa como una losa dependiendo de cómo acuda a mi mente. No, no puedes pretender que dos años de silencio ahora se resuelvan en unos cuantos párrafos, no puedes pretender que me contente con estos después de todo, no puedes pretenderlo, o sí puedes, pero es una equivocación, porque del único que se puede esperar que este todo sea nada es de mi ser, y para este nunca podrá ser nada el todo. Es una gruesa y pesada losa la que se halla entre lo que fui y lo que soy, y te pertence. Solo tú puedes apartarla y sacarme del hoyo, para que en la superficie dejemos de hablar y empezemos a sonreír. Tus párrafos no apartarán el sepulcro, no puedes pretender que me libere de ese peso solo con palabras; estas mismas fueron las que me condenaron. En tu mano está, repito, que me quites el peso de encima con la fuerza del amor. El lenguaje es fruto de la mente, es la herencia de la tribu. Lo que realmente impulsa el mundo es el amor.

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