viernes, 3 de mayo de 2013

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Empiezo a coger velocidad; vueltas y vueltas sobre el cerco, que es el filo de mi vaso que no quiere derramarse, ¡quiere estallar! Intentar mantener la calma será honroso, pero una pretensión inútil. ¿Cómo podría estar cómo si nada con el giro que dan muchas tuercas de mi mente ahora? Gira una y empuja a la otra, y a otra, y se ponen en marcha mil mecanismos que yo no he pedido que se activen, pero las circunstancias de la vida lo mandan. ¿Cómo contradecirlas? Ya tengo la mente invadida de nuevo, ya no es mía; no puedo leer ni cocinar, solo puedo pensar. Cuando quiero darme cuenta ya me veo absorbida por los pensamientos.
Y la madre que parió al deseo. Esta noche solo he soñado cosas eróticas, me imagino pelis en que caballeros bien armados ("bien armados") me salvan de esta horrible levedad del ser, y me entrego y la intensidad me salva. ¿Cómo no? El libro con este título La insoportable levedad del ser me lo dejé en el autobús cuando fui a Soria, y antes de ayer justamente me vino a la mente, y no hace falta mencionar el sueño que tuve con Mario. Y ahora, AHORA, aparece. Escribo porque no puedo hacer otra cosa, sigo siendo obsesiva. ¿Cuántas veces había deseado que esto pasara? ¿Cuántas vences creía firmemente que no pasaría? Demasiadas, no concebía esta realidad que se me presenta ahora, pero la vida me estaba mandando señales, indudablemente.
La ansiedad me aturde, la neurosis me anula; como siempre últimamente tengo que hacer un esfuerzo para no quedarme absorbida, para no perderme. Es inevitable que en parte me disguste que se me meta tanto en la cabeza, como es inevitable que se me meta con lo que fue. Fue tu vida, Carla, te olvidas. No es cualquier ex amante que aparece en tu presente, al fin y al cabo; es un capítulo visceral y doloroso, que está haciendo las paces con el presente. Es lo que soñabas y has soñado tantas veces. Es el olor a porro, es recordar sorber un cigarrillo, es recordar el efecto del éxtasis. Es reencontrarse con tu peor vicio. La vida, definitivamente, últimamente me está poniendo a prueba. Qué placer.

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