miércoles, 10 de abril de 2013

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Da igual cuánto me pierda al engancharme a tu piel. Qué importa perder tiempo, amor a la vida y ego. Parece que, una vez más, da igual. Da igual también que sea una vez MÁS, entre muchas otras en las que me olvidé, y que después olvidé que suelo olvidarme, que suele dejar de importar todo cuanto realmente importa. Olvido una vez más, por suerte; vuelvo a inyectarme el dulce vitriolo del amor. Rescato la intensidad y mi afición a ella, robo tus ojos al pasado, relleno el eterno y constante silencio de la nada con tu risa, y vuelve la plenitud a zambullidas, cuando no desespero ante la asunción de mi necesidad de ti. Navego entre los posibles consuelos que podría encontrar en el castigo sofocante de tu ausencia, y el placer de volver a clavarme la aguja de esta pasión que no importa. ¿Qué es lo que realmente importa? ¿Que despierte mañana cuando suene el despertador, que siga en pie la vida, que siga teniendo sentido su largo y sosegado transcurrir? ¿Que siga el orden, o el sol? Sin afanar el fuego de la esencia de la vida, sin dejar correr el mío como sangre por tu cuerpo, sin verter en este todos mis horrores transformados en el amor más erótico, ¿por qué iba a importar realmente lo que realmente importa? Es lo que he olvidado, al empeñarme en recordarte; al volver intencionadamente a tropezar para caer al abismo de la nada encauzada. Da igual cuánto me pierda al engancharme a tu piel para volver a encauzarla.

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