Qué bello eras, malnacido. Ahora lo eres lejos de mí, por
eso digo que lo eras, porque aquí ya no existes. No te pedía nada, no quería
nada de ti, me bastaba con contemplar tu belleza. Quizás te parezca alucinatorio,
pero uno puede deshacerse de amor por la belleza, yo soy una prueba de ello.
Eran bellos tus gestos hasta que uno de ellos ha sido abandonarme. ¡Qué
exagerada es Carla! ¡Llora por ver algo hermoso! ¡Habla de amor! ¡Se siente
abandonada! Nada de esto significa que me importes más que otro ser vivo, o más
de lo que me importo a mí misma. Simplemente siento y le pongo nombre a las
cosas. Pongo nombres y mantengo conversaciones necesarias sobre cosas que nadie
quiere mencionar, quizás. Por eso me has abandonado; por desaparecer como un
perro cuando solo necesitaba hablar; me has abandonado como amigo. Creía que
éramos amigos, lo parecía. Creo que tú también lo creías. Algo te ha superado,
te has cagado, has decidido que no vale la pena, y me has abandonado. Y yo hoy
veo una foto y siento nostalgia de tu belleza. Yo creo que es una ventaja que
mis sentimientos sean tan grandes y tan vulgares al mismo tiempo; se puede ser
el objeto de mi amor y disfrutar de la belleza de tal pasión sin miedo a ser consumido
desenfrenadamente. Y yo cada día puedo sentir la grandeza de un todo en un efímero
instante. ¿Cómo no creer en la magia? Siento lástima por perder tu belleza y
porque tú y otros como tú os perdáis la grandeza de su contemplación.
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