Belén provoca y apaga incendios,
dentro y fuera de su pecho,
con y sin él.
Escala las más altas cimas
mientras siente que las baja
o que las sube al revés
o que en realidad está quieta.
Se sumerge en el más profundo abismo
mientras se cree que flota ligera
cerca de cualquier orilla.
A menudo se siente a salvo.
Otras veces,
cuando no corre peligro,
huye.
Ya ha huido del mundo,
y ahora huye de su propia sombra,
porque a solas descubre
que ella es el incendio
que enciende y apaga.
Sufre que es la cima y que la escala.
Siente que es el abismo y que la consume.
Es el hipocentro del terremoto que cree el mundo
y a la vez es su mundo devastado.
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