Deslumbrabas.
Tú, tu brillo inherente de pureza,
junto con el sol
que, a contra luz,
se filtraba entre tus cabellos cobrizos.
Demasiada luz, diría, si pudiera desearla menos;
demasiada belleza, pensaría, si quisiera dejarla de admirar.
Me dejé las yemas, impregnadas de mí,
en las leves superficies de tu piel, por prisa.
Y, por ello, descubro,
en este y en todos los ahoras,a mi sed alcanzando tus confines;
habitando
en el hueco que no dejas
entre la luz del día y la tuya.
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