domingo, 15 de septiembre de 2013

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Te hablo desde el corazón:

No creo que deba seguir en este orden, y tampoco creo que pueda. Ya que tampoco puedo hacer nada más, es posible que haya llegado la hora de la retirada. No veo equitativo todo esto. En parte quiero aceptarlo, ceder, y mantenerte, pero me duele. "Me asusta estar tan bien solo". ¿Solo? ¿En serio? Me siento despreciada. Puede que al querer protegerte intentes engañarte quitando peso al papel que desempeño (yo y más gente) en tu vida. "Yo soy un caparazón insensible, anti-amor, y estoy mejor que nadie solo". Solo, ¿a pesar de tener toda mi atención, mi apoyo, mi comprensión, el 100% de mi compañía cada vez que puedes? Solo, ¿a pesar de tener a Alía, sexo y compañía sin reproches, sin quejas, sin exigencias, sin responsabilidades de pareja? Te atreves a creer que estás solo, ¿con unos padres que te cuidan y te dan todo lo que necesitas sin cortarte ni una vez las alas, sin pedirte nada a cambio, sin pedirte explicaciones? Puede que al tener todas las necesidades -de amor, afecto, compañía, sexo, comida, cariño, apoyo...- satisfechas creas que tú esas necesidades no las tienes, pero te engañas. Las tienes, todos las tenemos; el ser humando se alimenta de estas cosas, y es por eso que nos las ofrecemos los unos a los otros. Todos los que estamos contigo, Fran, nos sentimos excluidos de tu consideración. Si te lo hecháramos en cara nos excluirías también de tu vida, por eso no te decimos nada. Por eso y porque no creemos que tengamos que exigirte nada, creemos que debería salir de ti, y como no sale pues lo que decía al principio: intentamos aceptarlo, ceder y mantenerte. Pero una se cansa, a una le puede el dolor. No quiero seguir siendo tu juego seguro, Fran. No quiero formar parte de este mundo tuyo de insensibilidad -aunque conmigo seas más sensible-, disociado de los que te queremos, mientras sigues creyendo que estás solo. No quiero estar presente en tu vida como estoy ahora si en tu percepción eso es estar solo. No quiero participar en tu juego, un juego inconsciente, pero un juego a pesar de todo, en el que tu ganas y yo pierdo. Tienes todo lo que quieres y yo no. Esto no es equitativo. Esto que lees es mi dolor profundo, no es ningún reproche, no es una exigencia, no es nada. Soy yo, aquí, irradiando mi pesar. Suelo quitarle peso yo misma, con tal de mantenerte, por eso tú a menudo ni eres consciente. Tú estás en tu mundo, allí: ni sabes lo que tienes en casa ni el altruismo que se gasta en ella para ti. Vas y vienes, pintas, juegas, fumas, te distraes de diversas maneras... Ves a Alía sin saber que lo último en lo que piensa es el sexo en sí cuando te busca. Me ves a mí cada x meses, compartes casi todo tu tiempo conmigo, intentas cuidarme, intentas ser consciente de lo que me pasa y lo que no, intentas tenerme en consideración más de lo que lo haces con nadie... Yo soy consciente, con ello me fascino y alimenta mi paciencia y mi esperanza respecto a ti, imagino que es signo inequívoco de que me quieres más que a nadie... Pero, sin embargo, dudo que estés enamorado de mí. Al menos ambos sabemos que predispuesto al enamoramiento no lo estás, y así seguro que no podrás amarme... Aquí yace la iniquidad. La raíz es injusta. Gracias por tu interés y tu esfuerzo, te lo agradezco de corazón, pero no quiero que cuidarme sea para ti un esfuerzo, lo que realmente querría es que anhelaras cuidarme y compartir tu vida conmigo tanto como lo anhelo yo.

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